top of page

Capitulo 2: Mañana estamos

  • Foto del escritor: marina puri navarro
    marina puri navarro
  • 27 mar 2020
  • 2 Min. de lectura

Hasta luego, hasta mañana, adiós, te veo mañana, buenas noches, descansa… Son las expresiones que suelo utilizar cuando me voy de un sitio. Ahora ya no.


El tímido grupo zaragozano estaba abriendo miras, algunos antes que otros. Yo fui tardana, no sé porque, pero tenía un poco de miedo.


Si preguntáis por mí me van a definir de muchas formas, pero tímida no será un adjetivo que utilicen. Sin embargo, tenía un excesivo deseo de encajar y de sentirme cómoda. En octubre yo sentía que no estaba hecha para hacer un Erasmus. Sentía una presión ahora sé que, impuesta por mí misma, por salir de fiesta y emborracharme. Puñeteras barreras mentales. Con ayuda de mis, ya famosos imperdibles, salté esa valla tan alta que yo solita me había construido.


En octubre empecé a dar mis primeros pasos con nuestro grupo, ya más que consolidado. Fue después de un accidentado viaje a Tyresta (parque nacional) que me sentí miembro de lo que ahora es una gran familia (aunque eso da para 3 capítulos).


El caso es que cada vez quedábamos más. A decir verdad, quedábamos todos los días. Eran las 20:00 de un domingo cualquiera, me disponía a salir de lappis. Había revisado la app (que nunca acertaba) y a mi bus le quedaban unos 10 minutos. Y como soy yo, ya me había entrado la angustia por perderlo.

Bueno, me disponía a despedirme de todas aquellas personas, que muy seguramente vería al día siguiente. Pero bueno, un beso de buenas noches siempre sienta bien. Después de besar religiosamente a todos los miembros de la familia grité un “buenas noches” general y recibí un mañana estamos de respuesta.


Pasaron los días y ya no había hasta luego, sólo, mañana estamos. Tengo que decir que me acostumbré y odio acostumbrarme a las cosas. Cuando nos acostumbramos a algo, lo damos por hecho. Que ilusos ¿no? Pues sí. Me acostumbre. Asimilé muy rápido que todas las noches recibiría un mañana estamos.


No fue hasta el 28 de diciembre cuando me di cuenta de mi último mañana estamos. Sólo quedábamos mi gran imperdible castaño y yo. Ese día me enfade. Me enfadé y mucho “No me digas mañana estamos si es mentira” a lo que contestó “pero, mañana estamos”. Yo sabía que al cerrar la puerta me despedía de ella, no sabía cuándo volvería a verla. Era una despedida de las de verdad.


Para mí “mañana estamos” es una promesa. Igual es que tengo muy trillado el “hasta mañana”, pero en mi escala personal de promesas el “te quiero” y el “mañana estamos” están en igualdad de condiciones.


En febrero, después de unos cuantos meses, volví a escucharlo.


Pues eso, mañana estamos.



 
 
 

1 Comment


lunaluna1809
Mar 27, 2020

Siguiendo con el listón muy alto, gracias de nuevo. Muy touching como dicen en algunos sitios.

mil muacks

Like
Publicar: Blog2_Post

Formulario de suscripción

¡Gracias por tu mensaje!

©2020 por mar. Creada con Wix.com

bottom of page